El video de un niño bailando en un concierto de Little Mix con toda libertad, a muchos hombres gays nos conecta con nuestra infancia y el bullying del que fuimos víctimas.
Omar Ramos
Autor y comunicador social
Hace tres años, en 2017, mucho tiempo antes de que Sam Smith se declarará persona no binaria, que Jonathan Van Ness vistiera faldas, blusas y tacones en las alfombras rojas más importantes del entretenimiento y antes incluso de las fotografías de Ezra Miller en la revista Playboy luciendo las orejas de conejo que muchas mujeres han utilizado por años, un pequeño de 5 años, al parecer llamado Bobby Ray, ya rompía todas las normas de género bailando con plena libertad las canciones del grupo pop Little Mix.
Uno de los varios videos del niño (que se pueden ver en la cuenta de YouTube del usuario Tommy Faulkner), se hizo viral hace algunos días. Tocó notablemente a los miembros de la comunidad LGBT+ y en particular a los hombres gays ¿Por qué? Es simple: Bobby Ray (a muchos) nos remite a nuestra infancia, cuando en algún momento decidimos bailar con la libertad, alegría y diversión que él muestra en ese video y lo único que recibimos fue violencia a través de frases como: “No puedes bailar así, tú eres niño”, “Vete a bailar a otra parte”, “Bailas como niña”, “Joto”, “Eres un maricón”, “Pinche puto”.
Y entonces un día decidimos dejar de bailar, o al menos decidimos dejar de hacerlo con la naturalidad que nos caracterizaba. Nosotros no estábamos bailado “como niños” o “como niñas”, estábamos bailando como lo dictaba nuestra necesidad de expresión, con los movimientos que habíamos visto seguramente en otros miembros de nuestra familia o en la televisión. Para nosotros no había nada de malo en mover las caderas, los hombros o las manos con suavidad, justo como lo hace Bobby en el video que conmovió a muchos hombres homosexuales en el mundo.
Para que Bobby pudiera expresarse de esa forma (como todo niño tiene derecho a hacerlo), se tuvieron que conjugar varios factores: una familia comprensiva que no detectara menor problema en su forma de bailar, un entorno seguro (por ejemplo, el concierto de un grupo pop) y que el niño no contara con la información nociva por parte de la sociedad que le diga que ciertas cosas o acciones son “para niños” y algunas otras “para niñas”. Bobby representa la esperanza de que todos los niños puedan bailar cómo se les da la gana en algún punto.
Bailar de cierta forma no define una orientación sexoafectiva. Bailar es solo una forma de expresión y de interacción social. La idea de que bailar sea una actividad de niños o de niñas, viene del binarismo de género de nuestra sociedad, que nos dice que si nacemos con un pene por ende somos niños y nos tienen que gustar las actividades propias de los niños según las reglas, como jugar fútbol o vestir de azul. Si naces con vulva, entonces eres niña y te tienen que gustar las cosas propias de las niñas según las normas sociales, como el color rosa o bailar. El baile de Bobby Ray es solo uno de los esfuerzos que muchas personas en el mundo realizan para derribar esa mentalidad.
Y si bien muchos hombres gays nos sentimos identificados con la expresión de Bobby, si el pequeño es heterosexual u homosexual es lo que menos importa. En ese video solo estamos viendo a un niño disfrutando sin limites su expresión, como a muchos otros niños nos hubiera encantado. Ese tiempo ya pasó y todas las heridas de quienes ya somos adultos han tenido que sanarse con el tiempo y/o ayuda terapéutica; sin embargo es una dicha muy grande vivir en una época en la cual la manera de bailar de niños como Bobby es celebrada por su naturalidad.
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